Para muchos, la teoría de juegos suena a matemáticas áridas, a fórmulas, a algo que sólo interviene en conferencias o juegos de negocios. Sin embargo, en realidad es una antigua herramienta de pensamiento que existía mucho antes de su formalización académica. La utilizaban los diplomáticos, los comandantes, los capitanes de empresa... mucho antes de que se llamara así. En definitiva, no es más que una pregunta sobria:
„Cuando varios jugadores tienen que tomar decisiones en una situación incierta, ¿qué opciones tienen y cuáles son las consecuencias?“.“
Este tipo de pensamiento se ha vuelto sorprendentemente raro hoy en día. En lugar de analizar alternativas, mucho se reduce a narraciones morales o interpretaciones espontáneas. Sin embargo, cuando se trata de cuestiones geopolíticas en particular, analizar claramente las posibilidades sería la base de cualquier política madura. Es precisamente este viejo oficio el que me gustaría retomar en este artículo.