Siempre he pensado que es un error que la gente ceda sus datos, ya sea en la nube, a través de aplicaciones o con cualquier servicio "gratuito". Para mí, la soberanía de los datos nunca ha sido una palabra de moda, sino una cuestión de amor propio. Cualquiera que utilice la tecnología sin tener en cuenta las consecuencias está entrando en una dependencia que a menudo solo se hace perceptible años más tarde, pero que entonces tiene un impacto aún más profundo.
A pesar de esta actitud básica, tengo que admitir que no me he librado del todo. Hay cosas que se cuelan, desapercibidas, silenciosas, cómodamente. En mi caso, fue la cuestión del pago. Durante años, pagué casi exclusivamente con tarjeta, de forma totalmente automática, sin pensar demasiado en ello. Simplemente porque era "más cómodo".
Pero a más tardar desde mi Estancia en la República Checa ha vuelto a centrar mi atención. No sólo he vuelto a sacar dinero en efectivo con regularidad, sino que también he tomado la decisión consciente de pagar más en efectivo. Y me alegro de ello, de poder pagar con coronas, una moneda tradicional, sin euros digitales, sin seguimiento, sin enlaces a ninguna aplicación ni sistema de bonificación.
Lo que me llamó la atención fue que allí la gente paga en efectivo mucho más a menudo que en Alemania. De alguna manera parece más sano, más natural, casi como si no hubieran olvidado que la libertad siempre tiene que ver con la autodeterminación. Y eso empieza por pagar. Este pequeño cambio de perspectiva me ha sacudido. Porque muestra de forma ejemplar lo profundamente anclados que estamos desde hace tiempo en los sistemas digitales, a menudo sin darnos cuenta. Empieza de forma inofensiva y a menudo acaba en una dependencia total.
La entrada silenciosa: cómo la comodidad se convierte en trampa
Empieza de forma inofensiva. Un smartphone nuevo, un asistente que te pregunta amablemente si quieres guardar las fotos "por motivos de seguridad" en el. Nube le gustaría guardar. Claro, ¿quién quiere perder recuerdos? Además, no tienes nada que ocultar. Así que haces clic en "Sí". Una vez. Y luego otra vez. Y de repente todo está en la nube: fotos de las vacaciones, facturas, copias de pasaportes, chats privados, a veces páginas enteras del diario.
Pero lo que empieza siendo una ayuda se convierte en hábito, y el hábito en estructura. En algún momento, los datos ya no están en tu propio dispositivo, sino en algún lugar ahí fuera. A menudo ni siquiera sabes dónde están exactamente. Confías en que todo está ya "a salvo". Pero sólo una cosa es cierta: que vas cediendo el control poco a poco.
La comodidad tiene un precio
Es un extraño trueque el que hacemos: comodidad por control. Prescindimos de nuestras propias copias de seguridad, copias locales y soportes de almacenamiento de datos. En su lugar, dejamos que las empresas "piensen por nosotros". Sincronización automática. Acceso desde cualquier lugar. Y si algo va mal, esperamos que el soporte pueda ayudarnos, si es que aún existe.
Este tipo de comodidad es engañosa. Porque nos condiciona a la dependencia. Nos hace olvidar cómo ahorrar, estructurar y asegurar las cosas por nosotros mismos. Y nos da la sensación de que ya no tenemos que decidir nada. Sin embargo, tomar decisiones es una de las habilidades más importantes en un mundo digital.
Experiencia personal: Un clic de más
Yo mismo he observado esta evolución a lo largo de los años, no sólo con los demás, sino también conmigo mismo. Hace muchos años, en los inicios de Facebook, yo -como tantos otros- subía fotos como algo natural. Incluso fotos de mis hijos. Entonces era "normal". La plataforma era nueva y muchas cosas parecían inofensivas. Pero en algún momento empecé a tener dudas.
- ¿Quién tiene acceso a estas imágenes?
- ¿A quién pertenecen realmente?
- ¿Qué ocurre si cambian las condiciones?
Unos años más tarde, me tomé la molestia de borrar todas las fotos de mis hijos. Eso fue antes de la gran oleada de escándalos de datos, incluso antes de que Facebook comerciara abiertamente con ellos. Hoy me alegro de haberlo hecho. Porque, mirando atrás, fue una llamada de atención. Un pequeño paso para recuperar algo que había abandonado imprudentemente: la responsabilidad.
Imperceptible, pero irreversible
La dependencia digital no se cuela en nuestras vidas por la fuerza, sino por la puerta de atrás. Se disfraza de simplificación, de innovación, de comodidad. Y es tan peligrosa porque apenas se nota en la vida cotidiana. A nadie se le obliga a subir fotos a la nube. Y, sin embargo, millones lo hacen. A nadie se le obliga a usar asistentes de voz y, sin embargo, están en miles de hogares, siempre listos para escuchar.
La trampa no se cierra de golpe, sino lentamente. Los que no toman contramedidas conscientemente acaban atrapados en una red que ellos mismos han contribuido a tejer. Y esta red rara vez es neutral: pertenece a alguien, a menudo una empresa, cuyos intereses no son idénticos a los nuestros.
La red invisible: De dónde ya dependemos hoy en todas partes
Si echamos un vistazo sobrio a la infraestructura digital actual, nos damos cuenta rápidamente de que vivimos en una red de la que apenas tenemos una visión general. Y menos aún la escrutamos a menudo. Casi todas las acciones -ya sea escribir un documento, abrir un calendario o enviar un mensaje- están ahora vinculadas a servicios centralizados que no nos pertenecen.
Tomemos Apple. Si utiliza un iPhone, el ID Apple es prácticamente indispensable. Casi nada funciona sin él: ni la instalación de aplicaciones, ni las copias de seguridad, ni la sincronización. En cuanto se activa iCloud Drive -a menudo con un inofensivo tick durante la configuración- comienza el cambio: los archivos que antes se almacenaban localmente en el dispositivo se trasladan a la nube. El usuario apenas se da cuenta. Sólo cuando falla el acceso -por ejemplo, si hay un problema con el ID Apple- se da cuenta de cuánto control tiene ahora el proveedor.
Incluso con Google no es diferente. Hoy en día, es casi imposible utilizar un smartphone Android sin una cuenta de Google. Gmail, Google Drive, Google Docs, calendario, contactos, notas... todo está vinculado a una cuenta central. Si pierdes esta cuenta, a menudo pierdes algo más que tus correos. Es como si hubieras trasladado tu identidad digital a un piso de alquiler, y el casero puede rescindir el contrato en cualquier momento.
Arrendamientos digitales en lugar de propiedad
El panorama es similar para Microsoft. Quien hoy Oficina 365 ya no paga por un programa, sino por un derecho de uso limitado en el tiempo. Sin una suscripción activa, estás bloqueado, incluso con los programas que funcionan localmente 1TP12. Alquilas tu máquina de escribir, tu portátil, tu calculadora. En el pasado, esto se habría considerado absurdo. Hoy es la norma.
El verdadero cambio es que ya no somos propietarios del software, sólo podemos utilizarlo, siempre que paguemos. Y este derecho de uso está vinculado a unas condiciones que pueden cambiar en cualquier momento. Quien controla cuándo tenemos acceso controla lo que podemos hacer. Esta forma de dependencia digital es sutil, pero extremadamente eficaz.
Una alternativa personal
Yo mismo he observado este cambio muy conscientemente, y he decidido no hacerlo en algunas áreas. En lo que respecta al correo electrónico en particular, me aseguré de no utilizar servicios en la nube desde el principio. Desde los años 90, mis correos electrónicos siempre se han enviado a través de Dominios propios, servidores propios, buzones propios. Incluso en el pasado, con los sencillos paquetes de 1&1, esto era posible sin ningún problema. Y para mí nunca fue una cuestión de comodidad, sino de principios. Cuando escribo, quiero saber dónde están mis palabras. Quién podría leerlas. Y quién podría borrarlas.
Sé que casi nadie sigue haciéndolo hoy en día. Muchos jóvenes ya ni siquiera saben lo que es un servidor de correo. Para ellos, la comunicación digital empieza y acaba en una cuenta de Google o Apple. Esto es cómodo, pero también peligroso. Porque si ya no sabes dónde están tus datos, tampoco sabes a quién se los has dejado.
Una red sin salida de emergencia
Lo realmente preocupante de todo esto no es que la gente utilice servicios, sino que cada vez es más difícil evitarlos. Incluso los sistemas operativos requieren ahora una conexión a la nube. Windows 11 apenas puede utilizarse sin una cuenta Microsoft. macOS sigue empujando al usuario a iCloud, ya sea para fotos, sincronización de llaveros o gestión de documentos.
Es una red que crece en todas direcciones, invisible pero tangible. Y es una red que ya no deja resquicios reales. Si quieres salir, no sólo tienes que renunciar a la comodidad, tienes que trabajar activamente contra el sistema. Se necesita conocimiento, voluntad y, a veces, renuncia, pero sobre todo claridad.

Cuando el proveedor decide lo que podemos hacer
Lo que una vez empezó como un servicio, a menudo se convirtió en una amenaza. Las plataformas que debían facilitarnos la vida han llegado a un punto en el que sus normas definen nuestro margen de maniobra. Cuando un proveedor decide cómo son visibles los contenidos, quién puede vender qué o cómo se pagan los ingresos, ya no se trata de un servicio: es dominación en forma digital.
Mi experiencia con eBay hace muchos años es un buen ejemplo de ello. En una época, todo era sencillo y transparente: Los artículos aparecían cronológicamente, todo el mundo tenía las mismas oportunidades. Luego la lógica cambió. Un sencillo mecanismo de mercado se convirtió en un algoritmo que especificaba la "popularidad" y otros criterios, criterios que ya no eran transparentes y podían cambiar en cualquier momento. Para una pequeña empresa, un cambio así puede ser existencial. Si el modelo de negocio se basa en una plataforma externa, toda la empresa depende de repente de una decisión tomada por otra persona. No se trata de un descuido: se ha convertido en la naturaleza de la infraestructura digital.
Arbitrariedad e imprevisibilidad
La arbitrariedad de estos sistemas no es sólo teórica. Como desarrollador, lo sientes con especial intensidad. Un ID de desarrollador Apple, cuyas condiciones cambian mensualmente, significa ajustes constantes, renegociación e incertidumbre. Lo que ayer estaba permitido mañana puede dar lugar a un bloqueo. A menudo, estos cambios se producen sin alternativas reales ni periodos de transición: aceptar o ser desconectado.
Esto tiene un efecto igualmente doloroso en las relaciones comerciales: Según mi experiencia, PayPal congela las cuentas, por ejemplo, si las ventas aumentan de forma "sospechosa", un mecanismo que pretende evitar el fraude, pero que en la práctica suele afectar a empresarios que actualmente tienen éxito. El dinero que de repente no está disponible puede paralizar una cadena de suministro, poner en peligro los salarios y amenazar los medios de subsistencia. En esos momentos, la plataforma tiene algo más que una función técnica o contractual: tiene el poder de facto de impedir que el negocio continúe.
Derechos en las condiciones generales e ilusión de elección
Un problema central es la Situación jurídica asimétricaLas condiciones de uso son largas, están redactadas legalmente y cambian con regularidad. Casi nadie lee las cien páginas, casi nadie entiende las trampas legales... y, sin embargo, son vinculantes. La "opción" que a menudo se nos ofrece es una opción falsa: Aceptar o renunciar. En la práctica, esto significa a menudo que si quieres el alcance, el mercado o la comodidad, aceptas las condiciones y, por tanto, la pretensión de poder del proveedor.
Esto es especialmente evidente en plataformas como Facebook o Instagram. Lo que subes sigue siendo legalmente tuyo, formalmente hablando. En la práctica, sin embargo, el acceso corresponde a la plataforma, que puede monetizar el contenido en función de tu perfil, bloquearlo o utilizarlo con fines publicitarios. Esto lleva a una situación en la que el contenido personal, los documentos empresariales o los datos de los clientes acaban en un entorno en el que el propietario original solo tiene un poder de disposición limitado.
La lección aprendida
No es pesimismo por pesimismo. Es una toma de conciencia sobria: la dependencia de plataformas es tanto un riesgo empresarial como un problema de libertad. Cualquiera que realice sus negocios, comunicaciones o vida social exclusivamente a través de terceros no sólo renuncia a la comodidad, sino también a la libertad de elección.
La única respuesta sensata es doble. Por un lado, necesitamos concienciación: comprender dónde están las dependencias y qué consecuencias pueden tener. Por otro, necesitamos organización: diversificación de canales, infraestructura propia donde sea crítica y contratos que permitan opciones reales de salida. Esto no significa prohibir todos los servicios, sino decidir sabiamente cuáles deben entrar en el núcleo profundo de nuestras vidas y cuáles no.
¿Progreso tecnológico o privación de derechos digitales?
El progreso tecnológico siempre se ha asociado a promesas: más comodidad, más posibilidades, más libertad. Y durante mucho tiempo fue cierto. Los primeros ordenadores nos dieron herramientas con las que podíamos diseñar cosas nosotros mismos por primera vez. Los primeros teléfonos móviles nos dieron movilidad. Internet abrió el conocimiento, la comunicación y el comercio de una forma nueva: descentralizada, abierta, libre.
Pero hoy en día estamos experimentando una evolución paradójica: cuanta más tecnología utilizamos, menos parece que tengamos a nuestra disposición. El progreso ya no es necesariamente un camino hacia la libertad, sino que se está convirtiendo cada vez más en una vía de sentido único hacia el control. Y esto no ocurre a través de la coerción, sino a través de una promesa que poco a poco se está convirtiendo en lo contrario.
Cuando las nuevas funciones sustituyen a las antiguas libertades
Muchos de los llamados avances no resuelven problemas reales, sino que crean nuevas dependencias. La sincronización automática de todos los dispositivos, por ejemplo, parece práctica. Pero también garantiza que ningún dispositivo funcione ya "por sí mismo". Sin conexión a la red, a menudo nada funciona. Y cualquiera que quiera reiniciar un dispositivo se da cuenta rápidamente de que sin acceso a la nube, la cuenta o el servicio en línea, la pantalla de inicio se queda a oscuras.
La conexión obligatoria a las tiendas de aplicaciones es otro ejemplo de esta nueva dependencia. Lo que se vende como una ventaja de seguridad es, en realidad, un sistema de licencias: una puerta que sólo se puede pasar con permiso. Los dispositivos por los que pagamos un alto precio a menudo sólo nos pertenecen formalmente. Funcionalmente, están bajo el control de empresas que pueden bloquear, eliminar o reconfigurar aplicaciones en cualquier momento, con una simple actualización.
La pérdida del modo offline
Desconectado" solía ser el estado normal - hoy es un caso excepcional que muchos sistemas ya no permiten. Los programas ofimáticos no se inician sin Internet. La música ya no puede escucharse fácilmente sin acceso a la nube, los libros ya no pueden guardarse permanentemente y las fotos ya no pueden guardarse localmente. Incluso los sistemas de navegación funcionan cada vez más sólo con una conexión activa. La idea de un dispositivo que funcione de forma completamente independiente se está convirtiendo poco a poco en un anacronismo. Esto tiene consecuencias de gran alcance. Quien viaja a regiones remotas, está de viaje o simplemente no tiene cobertura, de repente se queda "incomunicado", no porque falte la tecnología, sino porque se niega a funcionar si no está conectado a la red. El aparato está ahí, pero no obedece. Y eso debería hacernos reflexionar.
La sugerencia de falta de alternativas
Uno de los aspectos más peligrosos de este pseudoprogreso es su retórica. Porque rara vez aparece abiertamente. En su lugar, pinta un cuadro en el que cada paso atrás se ve como un retroceso. Quien no sigue el ritmo es tachado de anticuado o antitecnológico. Sin embargo, a menudo no se trata de hostilidad hacia la tecnología, sino del deseo de control, propiedad e independencia.
La elección entre online y offline, entre nube y local, entre suscripción y compra... todo esto se está convirtiendo cada vez más en una ilusión. Los sistemas están construidos de tal manera que solo hay una vía: a través del portal controlado por el proveedor. No se trata de una necesidad técnica. Es una estrategia empresarial y una forma silenciosa de privación de derechos.
Lo que realmente sería un progreso
El verdadero progreso es lo contrario de la dependencia. Progreso significa poder decidir más por uno mismo, no menos. Significa tener alternativas, no monopolios. Y, sobre todo, significa entender lo que ocurre bajo el capó y no confiar ciegamente.
Cuando la tecnología nos dice que ya no necesitamos entender nada, no se trata de un servicio, sino de una invitación a la comodidad. Y la comodidad nunca ha sido una buena maestra de la madurez.
Claris FileMaker para amplios sistemas de datos sin la nube
Una forma de salir de la dependencia digital que a menudo se pasa por alto consiste en elegir las herramientas adecuadas, especialmente cuando se trata de software empresarial. Claris FileMaker es una de esas herramientas: un sistema basado en bases de datos que le permite gestionar su propia nube en el mejor sentido de la palabra: localmente, en su propio servidor o en un proveedor de alojamiento de su elección. La diferencia con los servicios en nube tradicionales es que el usuario sigue siendo el propietario de la estructura de datos. No hay copias de seguridad automáticas en centros de datos externos, ni licencias externas que puedan retirarse sin previo aviso, ni sincronización forzada con cuentas centrales. Filemaker también es compatible con el Apple MLX Framework, que permite la ejecución local de Sistemas AI con FileMaker compatible. Cualquiera que trabaje con FileMaker trabaja en su propio hogar digital, con su propia llave.
Precisamente por esta razón, mi gFM-Business Software ERP completamente a FileMaker. La decisión fue consciente: quería crear una solución que no exigiera a las empresas poner sus procesos empresariales sensibles en manos externas. Aunque en teoría gFM-Business también puede funcionar en la nube FileMaker o en Amazon AWS, esto es opcional. Si se toma en serio la soberanía digital, install ejecuta la solución en su propio Mac, PC o servidor dedicado. Esto le da un control total sobre los datos, el acceso, la seguridad y la sostenibilidad. Para mí, esto es lo mejor de la informática moderna: descentralizada, autónoma y libre. Todas las futuras funciones de IA del software ERP gFM-Business también se apoyan localmente.
Vídeo informativo de gofilemaker.de sobre las ventajas e inconvenientes de los sistemas en nube
Cómo salir de la trampa: cómo recuperar la soberanía digital
El camino de vuelta a la autodeterminación no empieza con la tecnología, sino con la actitud. Quien reconoce que muchos sistemas modernos contribuyen a incapacitar en lugar de aliviar, ya ha dado el paso más importante: ha empezado a pensar de nuevo por sí mismo. Al fin y al cabo, no se trata de ser hostil a la tecnología ni de negar el progreso, sino de recuperar la libertad de elección.
No necesitamos abandonar por completo todo lo digital, pero sí una nueva conciencia: ¿Qué debe estar en la nube y qué no? ¿Qué puede automatizarse y qué debería controlar yo mismo? Hacerse estas preguntas no es un paso atrás, sino un signo de madurez digital.
Local en lugar de centralizado: la soberanía empieza en el lugar de almacenamiento
Una de las medidas más pragmáticas es recuperar tus propios datos. Fotos, documentos, copias de seguridad... todo esto también puede organizarse localmente. Una sencilla Disco duro NAS en la red doméstica sustituye a la nube para muchos casos de uso: sin suscripción, sin salida de datos, sin acceso de terceros. El correo electrónico puede gestionarse a través de tus propios servidores y dominios, como llevo haciendo yo mismo desde los años noventa. Si quieres, encontrarás la manera. Y quien no busca la manera sigue siendo cómodo - y por tanto manipulable.
También puede cuestionarse el uso de soluciones ofimáticas basadas en la nube. Alternativas de código abierto como LibreOffice o SóloOficina ofrecen desde hace tiempo entornos de trabajo sólidos sin necesidad de licencia. Notas, calendarios y gestores de contraseñas también están disponibles en versiones locales, con un coste único, pero con ventajas duraderas: la independencia.
Y ahora también para la IA: lo local es clave
Estas consideraciones se aplican hoy más que nunca, especialmente en el campo de la inteligencia artificial. Mucha gente cree que hay que depender de grandes plataformas para poder trabajar con IA de forma significativa. Pero aquí es exactamente donde se vuelven a poner de manifiesto los viejos mecanismos: Primero te "enseñan", luego te hacen dependiente. Proveedores como OpenAI o Google ofrecen herramientas impresionantes, pero funcionan exclusivamente a través de servidores centralizados en los que el control, los costes y el acceso pueden modificarse en cualquier momento.
Por eso estoy adoptando deliberadamente un enfoque diferente con mi software ERP gFM-Business. En el futuro, la solución también admitirá sistemas de IA locales que se ejecuten en su propio ordenador o servidor, sin conexión a Internet, sin acceso externo y sin cuotas continuas. Esto significa que no sólo la soberanía de los datos permanece en manos del usuario, sino también la integridad de los procesos de trabajo.
Afortunadamente, Apple también va en la buena dirección, por una vez. Con el nuevo Marco MLX Para Apple Silicon, ahora es posible utilizar potentes modelos de IA a nivel local y en todos los dispositivos. Se trata de un paso importante que demuestra que la tecnología y la soberanía no tienen por qué excluirse mutuamente, si así se desea.
Resumen: Manejo maduro en lugar de utilización ingenua
Vivimos en una época en la que el progreso digital facilita muchas cosas, pero también nos quita imperceptiblemente muchas cosas de las manos. La comodidad no es obra del diablo, pero se vuelve peligrosa cuando se convierte en hábito. Cualquiera que ponga sus datos, software, comunicación y ahora también sus procesos de IA completamente en manos de otros está entrando en una forma de dependencia moderna difícil de revertir.
Pero hay alternativas. Quienes eligen conscientemente lo que utilizan y lo que no, quienes están dispuestos a volver a familiarizarse con la tecnología en lugar de externalizarlo todo, siguen siendo capaces de actuar, y eso vale hoy más que nunca.
La madurez digital no empieza con un nuevo dispositivo, sino con una vieja virtud: la responsabilidad.
Preguntas frecuentes (FAQ): Dependencias digitales y soberanía de datos
- ¿Por qué son un problema las dependencias digitales?
Las dependencias digitales parecen inofensivas al principio, a menudo incluso útiles. Sin embargo, quienes utilizan cada vez más servicios centralizados pierden cada vez más el control sobre sus datos, sus procesos de trabajo y, en última instancia, incluso su yo digital. El peligro no reside en el caso individual, sino en el proceso gradual: lo que hoy parece cómodo puede convertirse en una trampa mañana, por ejemplo, si se bloquea el acceso, se cambian las condiciones o se cancelan los servicios. - ¿Cuál es la diferencia entre conveniencia técnica y dependencia?
La comodidad no es mala al principio. Pero en cuanto un sistema deja de funcionar, si un proveedor falla o una conexión no está disponible, se habla de dependencia. En ese momento, el usuario ya no recibe asistencia, sino que es guiado por el sistema... o bloqueado, según decida el proveedor. - ¿Cómo reconozco que ya soy adicto?
Si ya no puede prescindir de servicios como Google, Apple o Microsoft sin sufrir importantes pérdidas de datos o restricciones, entonces ya es adicto. Incluso si tus fotos, notas, contactos, correos electrónicos y calendarios ya no se almacenan localmente, sino solo en la nube, deberías pararte a pensar. - ¿Es el uso de la nube fundamentalmente malo?
No, no necesariamente. Pero es problemático si no hay alternativa. El uso consciente puede tener sentido, como copia de seguridad adicional, por ejemplo. Se vuelve crítico cuando los datos sólo se almacenan allí, sin copias locales ni derechos de acceso personales. - ¿Cuáles son los peligros de las cuentas en la nube como Apple ID, la cuenta de Google o Microsoft 365?
Estas cuentas aglutinan mucha información y acceso. La pérdida o el bloqueo de una cuenta de este tipo puede suponer que, de repente, el usuario deje de tener acceso a sus dispositivos, correos electrónicos, archivos o proyectos. En muchos casos, el usuario se queda entonces sin poder, aunque sea un cliente de pago. - ¿Cómo puedo gestionar mi correo electrónico sin la nube?
Puede utilizar sus propios dominios y servidores de correo: muchos hosters se lo ofrecen. Desde los años 90, es técnicamente posible organizar tu propia comunicación por correo sin Google, Apple o Microsoft. Esto implica un poco más de configuración, pero un control total. - ¿Es peligroso el uso de plataformas como eBay, PayPal o Facebook?
No per se, pero no son mercados neutrales. En cuanto se cambian los algoritmos o las condiciones, pueden alterarse significativamente los modelos de negocio o los procesos personales. La historia demuestra que las plataformas han cambiado las reglas una y otra vez, y los usuarios a menudo han sufrido las consecuencias sin tener voz ni voto. - ¿Por qué se consideran críticas las actualizaciones y novedades?
Porque hoy en día a menudo no sólo aportan mejoras, sino que también contienen mecanismos de control. Las nuevas versiones pueden eliminar funciones, endurecer las condiciones de uso o imponer una conexión a la nube. Actualmente, muchos sistemas solo funcionan con una conexión activa a Internet, lo que supone un auténtico paso atrás en términos de independencia. - ¿Qué significa "privación digital de derechos"?
La privación de derechos digitales describe la situación en la que los usuarios ya no determinan por sí mismos cómo funciona la tecnología, sino que tienen que cumplir normas externas. Esto suele ocurrir de forma inadvertida, a través de aplicaciones, cuentas, actualizaciones o algoritmos que toman el control de nuestros dispositivos y datos. - ¿Existen todavía alternativas a los sistemas en nube y de suscripción?
Sí, muchos proyectos de código abierto y soluciones locales ofrecen exactamente eso: soberanía de datos, costes de adquisición únicos y uso sin conexión. Ya sea LibreOffice, un disco duro NAS, calendarios locales o gestores de contraseñas: existen alternativas si las buscas activamente. - ¿Qué significa concretamente recuperar la "soberanía digital"?
Soberanía digital significa decidir de nuevo dónde se almacenan, procesan y guardan los datos. Significa elegir sistemas en los que el usuario conserve la soberanía sobre el acceso, la seguridad, la transferencia y el uso. Se trata de claridad, control y, a veces, de prescindir de ellos. - ¿Qué papel desempeña la inteligencia artificial en este contexto?
También se hace patente la creciente dependencia de la IA. Muchos servicios sólo funcionan a través de servidores centralizados (por ejemplo, ChatGPT, Google Gemini, Copilot). Quien introduce aquí sus propios datos también renuncia a cierto control. Por eso, la IA local es cada vez más importante para mantener los contenidos sensibles bajo control propio. - ¿Existen enfoques sensatos para las soluciones locales de IA?
Sí, la IA local puede funcionar en su propio ordenador, por ejemplo, a través de sistemas como Ollama o MLX en dispositivos Apple. Markus Schall está trabajando activamente en este enfoque en su software ERP GFM Business para integrar allí en el futuro sistemas de IA local - sin la nube, sin compromiso de licencia, sin salida de datos. - ¿Qué papel desempeña el Apple en la IA local?
Apple es actualmente uno de los pocos proveedores que están promoviendo seriamente la IA local. Con el marco MLX, los modernos ordenadores Apple pueden ejecutar potentes modelos directamente, sin conexión a la nube, sin conexión y bajo el control del usuario. Un raro rayo de esperanza en un mercado por lo demás centralizado. - ¿Es realista la retirada de la nube?
Sí, pero no de la noche a la mañana. Requiere planificación, cambios y, a veces, nuevos hábitos. Pero cada paso cuenta. No tienes que vivir 100 % desconectado, pero debes saber exactamente qué 30 % merece especialmente la pena proteger. Y ahí es donde empieza la madurez. - ¿Cuál es la idea más importante del artículo?
El progreso tecnológico sólo es valioso si no conduce a la dependencia. Quienes asumen la responsabilidad de su infraestructura digital no sólo son más independientes, sino también más capaces de actuar. El futuro no pertenece a los más ruidosos ni a los más rápidos, sino a los que entienden y dominan sus herramientas.